Hoy me vais a permitir que os cuente algo desde un punto de vista más personal de lo que acostumbramos en el Blog de asesorArq.
Este artículo surgió sin proponérmelo. Empecé a escribir un comentario a una publicación de un compañero y me fui liando…
Por si hay alguien que aún no lo conoce, José Ramón Herrández Correa es un arquitecto que escribe, con mucho ingenio, artículos relacionados con la actualidad de la profesión en el blog Arquitectamos locos?
La semana pasada, coincidiendo con nuevas actualizaciones de la documentación del Código Técnico de la Edificación, escribió un artículo titulado “…no me atraparéis vivo” con el que, además de pasar un buen rato, estoy más de acuerdo de lo que reconozco.
Conste, pues, que entiendo (y me encanta) el tono desenfadado del artículo y he dudado si sumarme a la fácil denuncia de incongruencias del CTE o, consciente (creo) de la que me va a caer encima, decir lo que pienso en defensa del CTE.
Creo que con el Código Técnico de la Edificación nos estamos equivocando. Nos equivocamos cuando copiamos y pegamos sin más y justificamos lo que no se pide que justifiquemos. Nos equivocamos cuando repetimos, una y otra vez, los mismos datos en la memoria constructiva, mediciones, pliego y en la memoria justificativa del CTE, de forma que, en cuanto decidamos hacer algún cambio en el proyecto, debamos repasar de nuevo todo el documento, con una alta probabilidad de que se nos pase algo. En ninguna página del CTE nos dice que hagamos esto.
Es cierto es que la llegada del Código Técnico de la Edificación supuso la puesta al día de toda la normativa de aplicación y la revolución en los estudios que venían trabajando, algunos con mucho oficio, de una determinada forma. Aunque mucha de la normativa ya se venía aplicando de forma similar (CPI en incendios, EHE en estructuras de hormigón, los Eurocódigos en madera, etc.), la entrada en vigor del CTE resultaba abrumadora para muchos; por lo que, desde los colegios, se ofrecieron herramientas y memorias tipo que, en mi opinión, facilitaron su aplicación inmediata pero contribuyeron a incrementar la confusión sobre su contenido.
Desde mi punto de vista, el CTE es una herramienta; burocrática, eso sí; que debemos utilizar en nuestro beneficio; no en nuestro perjuicio, como parece que estamos empeñados en hacer. Para ello es importante no copiar y pegar al tun-tun. Que no digo que las memorias no puedan servir de base para la redacción de nuevos proyectos, especialmente en los de tipologías similares pero, como proyectistas, debemos de ser conscientes de todas y cada una de las palabras que incluimos en nuestros proyectos.
La ventaja del Código técnico es que ahora sabemos “expresamente” todo lo que debe de contener un proyecto, en qué orden y con qué objeto. ¿Cómo no vamos a aprovecharlo para sistematizar la elaboración de nuestros trabajos? En esta época en la que a todos se nos llena la boca a la hora de hablar de productividad, ¿porqué decir con vergüenza y “con la boca pequeña” que nosotros también, quizá alguna vez… copiamos parte de una memoria en un proyecto? Digamos, CON ORGULLO, que nosotros sistematizamos nuestro trabajo y aplicamos las técnicas disponibles para optimizar nuestro tiempo y ser lo más eficientes y eficaces que podemos; lo que redundará, sin duda, en mejorar la calidad de nuestro trabajo!
El Código Técnico es un rollo. Sí, se puede decir así, pero ¿alguien es capaz de defender que la arquitectura no es una técnica compleja?
Debemos considerar un montón de cuestiones a la hora de diseñar un edificio y si hay un código que nos recuerda que las ventanas de los edificios deben poder limpiarse con seguridad, por algo será…Yo, personalmente, agradezco que haya unos parámetros reconocidos a partir de los cuales se considera “oficialmente” que la limpieza será segura.
Efectivamente, hay muchas soluciones y exigencias que, tal y como se recogen en los Documentos Básicos, son muy cuestionables. Pero era complicado que una norma que incluyera todos los aspectos de la edificación, elaborada por departamentos tan diferentes, no entrara en contradicciones, algunas tan graves como las que se producen entre la exigencia de ventilación del HS3 y la de estaqueidad de las ventanas del HE1. Sin embargo, creo que estamos todos de acuerdo en que los edificios «deben poder ventilarse adecuadamente» y que debe “limitarse la demanda energética del edificio”. Ahora, nos toca, TAMBIÉN, a técnicos y a fabricantes; buscar las soluciones más adecuadas.
No debemos olvidar que las recomendaciones de los Documentos Básicos son solamente eso, “fórmulas” que garantizan el cumplimiento de las exigencias básicas, pero que podemos sustituir por las que, como técnicos, consideremos adecuadas, siempre que justifiquemos (también por nuestro interés) que se cumplen las exigencias para las que se proyectan.
Tal y como apuntaba un avispado rapaz, antes hacíamos proyectos que eran “manuales de instrucciones para hacer casas”. Ahora, son algo más. Permiten que dejemos documentada nuestra defensa ante las más que probables demandas que se pueden presentar muchos años más tarde de la redacción del proyecto. ¿Quién mejor que nosotros para defendernos, para explicar cómo se proyectó y en base a qué? ¿O pensamos que, después de todos esos años, nos acordaremos de todo, o nos defenderá mejor un perito externo al proyecto, sin interés personal en el caso?
Las demandas se están poniendo casi de oficio. Y, con independencia de lo injusto de que sólo algunos de los muchos agentes que participamos en el proceso tengamos responsabilidad, el proyecto es una de las mejores herramientas con las que contamos para defendernos.
Pero para ello debemos hacerlo bien. NO al copia y pega sin más (que dudo que utilicen muchos arquitectos) pero SÍ a utilizar modelos, checklist, plantillas o aplicaciones que eviten que nos olvidemos de alguna de las muchas cuestiones que debemos de considerar en cada proyecto.
…
En definitiva y consciente de que lo que voy a decir no es muy popular: a mí me gusta el Código Técnico y creo que los edificios (especialmente los de viviendas) son técnicamente mejores que antes de su entrada en vigor. ¡Hala! Ya lo he dicho.
Es cierto que han aumentado mucho las exigencias, no sólo las documentales. Hubo que explicarles a los clientes que, a partir de entonces, era obligatorio disponer de un estudio geotécnico de forma previa al cálculo de estructura y, así, muchas cosas más; la mayoría de las cuales, sin duda, nos benefician como responsables últimos de que el edificio llegue a buen término.
Me gustan las actualizaciones del CTE. El hecho de que los documentos se actualicen es bueno. Significa que se revisan los errores, que se atienden los requerimientos recibidos, que las normas se adaptan a cuestiones tangenciales o a las novedades técnicas introducidas en el mercado.
También me gustan los documentos con comentarios (Dcc). Los comentarios surgen como respuesta a consultas planteadas por los técnicos que aplican la normativa o a problemas aparecidos por una interpretación incorrecta, no sólo de los técnicos proyectistas sino también de los técnicos municipales que deben informar los proyectos. Los comentarios nos permiten tener una interpretación «oficial» de lo establecido en la norma. ¿Cómo no va a ser bueno esto?
Pero no es necesario estar revisando continuamente todas las actualizaciones que se publican del CTE (salvo que tengas esa curiosidad “insana” que me caracteriza). Lo bueno es que, cuando vayas a redactar el próximo proyecto, tendrás la última versión a tu disposición, mejorada y con algún nuevo comentario que quizá te venga “al pelo”.
Susana Rodríguez Carballido | arquitecta | especialista en instalaciones, rehabilitación y eficiencia energética (… y Código Técnico)
Gracias por tus amables palabras, Francisco.
Simplemente, felicidades por tu artículo. Sería extensa la réplica, y estoy de acuerdo con algunos puntos, pero no con otros.
Felicidades.